Ciencia Política

"La ciencia política no puede constituirse como una ciencia neutra, ni exclusivamente empirista, tiene sí una función esclarecedora, estratégica y transformadora de sociedades desiguales". Lic. Miguel Duarte (2006).

9.3.11

Historia, igualdad de género y necesidad de políticas públicas efectivas

Historia, igualdad de género y necesidad de políticas públicas efectivas

En 1789 Olympe de Gouges redactó la “Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana” (DDMyC), decretada por la asamblea nacional francesa. Su preámbulo reza: “Las madres, hijas, hermanas, representantes de la nación piden que se las constituya en asamblea nacional. Por considerar que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos de la mujer son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de 105 gobiernos, han resuelto exponer en una declaración solemne los derechos naturales, inalienables y sagrados de la mujer a fin de que esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes”.
A pesar de que la Revolución Francesa, por sus postulados, es considerada por Eric Hobsbawm la más ecuménica de todas las revoluciones, los derechos de la mujer no fueron efectivos durante mucho tiempo en el mundo industrial. En efecto, casi un siglo más tarde, la tristeza y la desolación cubrían a Nueva York: el 8 de marzo de 1857 (controversias acerca del año al margen) más de un centenar de trabajadoras murieron calcinadas. Ellas habían programado -como en tantas fábricas emergentes- una huelga con el propósito de lograr mejoras en higiene y salubridad, igual salario que los hombres y reducción de la jornada .
En su memoria y de tantas otras quienes ampliaron el atroz mapa de violencia e injusticias de genero se conmemoró ayer el Día Internacional de la Mujer.
Con base en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y en el valor de la persona y en la igualdad de derechos del hombre y la mujer que plasma la Carta de la Organización de Naciones Unidas, su Asamblea General resolvió en 1979 adoptar la “Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer”, que entró en vigor en 1981y declara en su artículo 7 que “los Estados partes tomarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la vida política y pública del país y, en particular, garantizarán, en igualdad de condiciones con los hombres, el derecho a: a) votar en todas las elecciones y referéndums públicos y ser elegibles para todos los organismos cuyos miembros sean objeto de elecciones públicas; b) participar en la formulación de las políticas gubernamentales y en la ejecución de éstas, y ocupar cargos públicos y ejercer todas las funciones públicas en todos los planos gubernamentales; c) participar en organizaciones y en asociaciones no gubernamentales que se ocupen de la vida pública y política del país”.
En América Latina esos derechos alumbraron una vez recuperadas las democracias en la década de 1980 con la plena vigencia de los imperativos constitucionales.
En México, en 1975,se celebró la 1ª conferencia mundial sobre la mujer, con tres objetivos centrales: igualdad, desarrollo y paz. Luego, en la Conferencia de Copenhague (1980), se propuso la igualdad de mujeres y hombres en el acceso a la educación, a las oportunidades de empleo y a servicios de atención a la salud.
En tanto, la Conferencia de Nairobi (1985) declaró que las mujeres tienen derecho legítimo a participar en los procesos de toma de decisiones y en la gestión de las cuestiones humanas. Luego, en la IV Conferencia mundial sobre la mujer de Pekín (1995) se determinaron ámbitos en los que se requieren acciones concretas: pobreza, educación, capacitación, salud, violencia, conflictos armados, economía. Asimismo, se analizaron su papel en el ejercicio del poder y en la adopción de decisiones. Así, en Pekín se puso de relieve el concepto de género y se propuso incluir la igualdad entre hombres y mujeres en todas las instituciones, políticas y acciones de los Estados miembros de la ONU.

Comunidad

Vivimos en un mundo en el cual el poder simbólico y la autoridad para imponer los relatos y las pautas de convivencia social son enunciados por el hombre. Sin embargo, una comunidad se construye sobre la firmeza, el esfuerzo, el trabajo y la dedicación de cada vecino.
Córdoba lleva impresa en su historia la impronta, los sueños y anhelos de las mujeres. Las cordobesas son el motor de la sociedad, impulso del trabajo, la vida y la acción, que refleja la mirada del pueblo buscando respuestas a problemas sociales. Sin embargo, las instituciones suelen pecar por el abandono y descuido de sus intereses.
Se deben efectivizar los derechos enunciados en los compromisos internacionales. Es un deber a cumplir con las futuras generaciones; la verdadera igualdad de género sólo es posible mediante políticas públicas efectivas.
La política debe ser honrada con la participación de mujeres y hombres comprometidos, en igualdad de condiciones y con verdadera pasión “a fin de que las reclamaciones de las ciudadanas, fundadas a partir de ahora en principios simples e indiscutibles, se dirijan siempre al mantenimiento de la constitución, de las buenas costumbres y de la felicidad de todos”, tal como sostiene la DDMyC.

* Exclusivo para el Diario Comercio y Justicia, publicado el Miercoles 9 de marzo de 2011.

1.3.11

Es vital recuperar el valor de la palabra en las campañas electorales

Es vital recuperar el valor de la palabra en las campañas electorales

Por Miguel Ángel Duarte / Licenciado en Ciencia Política (UCC). Profesor de Derecho Político en la Facultad de Derecho de la UNC. Prosecretario de la Asociación Argentina de Derecho Político
A menudo las elecciones dejan un saldo negativo, principalmente,en lo concerniente a las campañas electorales.
Cabe recordar los escenarios abiertos en torno a las legislativas nacionales del 28 de junio de 2009 para señalar el predominio de “campañas electorales negativas”, diseñadas con el propósito de destruir la imagen del adversario mediante denuncias, querellas, calumnias, insultos y, como se dice comunmente, “ninguneo”.
En efecto, durante el año 2009 observamos afiches y publicidades de elecciones pasadas -por más de una década- cuyo propósito fue demostrar las carreras zigzagueantes de dirigentes que habrían hecho de la representación política una “profesión para sí”.
También escuchamos discursos apocalípticos: fraude, renuncia presidencial y profundización de la crisis. Además, tanto el Gobierno como la oposición jugaron la partida dispuestos al “jaque mate”.
Sin embargo, como se sostuvo en análisis posteriores a las elecciones 2009, una vez conocidos los resultados del 28 de junio -como en “Intermitencias de la muerte”, de Saramago-, no hubo “muertes políticas” a pesar de los vaticinios.
Resulta que en tiempos de campaña el juego político permite cualquier recurso con tal de llegar a la meta: el triunfo a cualquier costo. Y los ciudadanos se van acostumbrando al rol secundario de espectadores de escenas cargadas de euforia y sinrazón.
Con una posición dominante en el tablero electoral, algunos estrategas de campañas suelen trabajar sobre los defectos o debilidades de los adversarios políticos, potenciando en sus clientes-candidatos el uso de la descalificación para lograr -casi por descarte- un mejor posicionamiento ante el electorado y así el triunfo anhelado. Ello produce un marcado alejamiento o rechazo de los ciudadanos, hartos de los enredos y de las contradicciones que presentan los escenarios políticos.
Funciones
En una democracia sólida y estable, en la que impera el diálogo, las campañas electorales deben cumplir funciones de formación, orientación y persuación de los ciudadanos.
Con los niveles de deserción escolar secundaria que superan 30 % y con las falencias estructurales y presupuestarias del sistema educativo, se hace evidente la necesidad de formar ciudadanos con capacidad de elegir a sus representantes de acuerdo con sus programas de gobierno y con la capacidad de gestión, que demuestren en la conformación de sus equipos de trabajo.
La política no puede concebirse como un fragmento aislado de la realidad humana sino que debe visualizarse en sus múltiples interconexiones. En ese contexto, las campañas deben servir para orientar la voluntad ciudadana.
En efecto, los diagnósticos y la planificación participativa sobre la realidad política, económica, social e institucional constituyen el primer paso en la formulación de políticas para solucionar problemas concretos. Por el contrario, desorientan quienes desde la incapacidad para gestionar pretenden aprovechar los escenarios electorales con campañas de corto plazo sólo para asegurar su permanencia en los cargos.
Paralelamente, las campañas son mecanismos que deben servir para persuadir a los ciudadanos sobre todo el andamiaje de ideas y propuestas que dan sustento a un proyecto político que tenga como finalidad una vida mejor en sociedades cada vez más complejas.
Persuación
La persuación se logra con el respaldo de perspectivas ideológicas y debate entre diferentes visiones sobre del futuro de las ciudades, provincias y, en general, de la nación.
Aquellos que teniendo en sus manos el poder no logran persuadir, probablemente no han cumplido eficazmente sus roles o no han aprovechado la responsabilidad encomendada por el voto popular para generar confianza mediante la palabra.
Ésta juega el rol principal en la política. Así, llena de contenido el debate cuando se convierte en reflexión, motiva y estimula los espíritus de cambio cuando inspira a la acción y es esclarecedora cuando denuncia las injusticias del mundo.
Como dice el poema Las Palabras, de Mario Benedetti: “Si usted habla de progreso nada más que por hablar, mire que todos sabemos que adelante no es atrás”.
De cara a las elecciones, los cordobeses merecemos participar en un debate serio y responsable sobre las soluciones de los problemas de infraestructura urbana, sobre los servicios de salud colapsados, sobre la falta de cloacas, sobre los servicios de transporte urbano y, también, sobre la posición de Córdoba en la región y el mundo.
Ello justifica nuestro anhelo por campañas electorales diseñadas desde la palabra y no en su contra, como nos estamos acostumbrando.

* Exclusivo para el Diario Comercio y Justicia, publicado el Martes 1° de marzo de 2011.